Telarañas






Difracción y colores de interferencia en una telaraña del Parque Natural del Río Dulce, Pelegrina (Guadalajara)
Aunque no todas las arañas segregan hilos, sus sedas y telarañas puede que sean lo que más caracterice a este primitivo grupo de artrópodos. Las especies de arañas más antiguas solo pueden emitir uno o dos tipos de hilos por unas glándulas especiales situadas al en los bordes de su abdomen, pero las especies más evolucionadas pueden secretar hasta siete diferentes tipos cada uno procedente de una glándula distinta.

La araña saltarina de pared (Menemerus sp) es una de las muchas especies que no tejen telas y cazan al rececho
La composición química del hilo varía ligeramente en función de la utilidad que vaya a tener la tela pero, estructuralmente, este hilo está formado en su mayor parte por proteínas y, por tanto, su síntesis, es muy costosa a nivel de esfuerzo bioquímico. No es de extrañar que durante el proceso de reparación de la telaraña o al abandonar ésta, la araña proceda a comérsela para no desperdiciar su alto valor alimenticio.
Cada otoño, hacía la fiesta de la Hispanidad, los caminantes notamos como muchas veces se nos pegan en la cara unos finísimos hilos conocidos como “hilos de la virgen “ o “babas del diablo”, que son las formas más sencillas de telaraña. Arañitas como las del género Xysticus, trepan a lo más alto de postes, casas, matas, etc. y sueltan por el extremo de su abdomen un par de finísimos y ligeros hilos, sujetos a los cuales las arañas son capaces de ascender, ayudadas por las corrientes térmicas, hasta alturas considerables. Algunos pilotos las han observado incluso por encima de los 9.000m. Estas corrientes se acaban juntando y algunas aves migratorias utilizan tales concentraciones de arañas como alimento en vuelo. Hace unos meses las corrientes arrastraron sobre Nueva Zelanda suficiente cantidad de hilos como para cubrir totalmente varias praderas, que se ondulaban con el viento como un mar de plata.

Una gran araña mexicana del género Eriophora cerca del Volcán Nevado de Colima
Lo más habitual es que las arañas tejan su telaraña como una red para atrapar insectos voladores e incluso pequeños vertebrados. Para ello utilizan varios tipos de hilos: unos muy gruesos, a modo de armazón; tan resistentes, que a igualdad de peso son más fuertes que el acero y otros para tejer la urdimbre de la red, que pueden ser o estructurales o pegajosos. En las selvas del sudeste asiático he visto telarañas de más de 4m de diámetro y, en un par de ocasiones, me he quedado pegado a alguna, ya que las más finas resultan casi invisibles en la penumbra del bosque tropical. La fuerza que se necesita para romperlas y despegarte es sorprendente. Esta cualidad es aprovechada por algunas tribus para la fabricación de una especie de raquetas de tenis: hacen el marco con ramas y las colocan en parajes frecuentados por estas grandes arañas, que aprovechan ese armazón para tejer unas mallas dentro, tan fuertes que los nativos utilizan esta raqueta terminada por la araña para pescar peces de hasta 4 kilos de peso.

Una araña panadera de Costa Rica (Gasteracantha cancriformis)
En cuanto al uso ingenioso de la seda, hay especies capaces de construir pequeñas campanas submarinas de aire en la que se introducen sus presas, que suelen ser renacuajos o microartrópdos acuáticos. Pero la palma de originalidad se la llevan ciertas arañas pescadoras tropicales, que desde los árboles sueltan sus sedales rematados en unas llamativas bolitas viscosas que algunas especies aromatizan con feromonas que ataren pequeñas polillas. La araña, sujetando el sedal cual avezado pescador, hace girar el hilo con sus patas para que esa gotita suspendida brille en la penumbra del bosque. Los insectos son fuertemente atraídos, unos por el brillo, que confunden con gotas de néctar, y otros por el aroma sexual de las feromonas. En ambos casos, la infortunada presa queda pegada en el viscoso anzuelo y a la araña no le queda más que recoger su sedal, paralizarlas con su veneno y comenzar su merienda. Las arañas son, pues, como los pescadores. Si no les funcionan las redes, sacan el anzuelo.
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