LA MANZANA DE NEWTON







Retrato de Isaac Newton en 1689, por Godfrey Kneller
Si Isaac Newton, el que dicen que ha sido el científico con el cerebro mejor amueblado de la historia, en lugar de tener un manzano en el jardín hubiera tenido un cocotero, las cosas habrían sido de otra manera.
¿Descubrimos complejas teorías gravitatorias cuando nos caen manzanas en la coronilla? ¿Existe algo de verdad en la legendaria historia del frutal impacto sobre Newton?

Extremo este de la biblioteca de la Royal Astronomical Society de Londres. Al fondo la vitrina de honor abierta, poco antes de que llegase la curator con los objetos.
Todas estas preguntas me revolvieron el magín hace cuatro días, cuando visitando por un privilegiado casual la magnífica biblioteca de la Royal Astronomical Society de Londres, la amable curator, sacudiendo una almohada con no poca ceremonia, abundante prosopopeya y singular facundia, abrió la vitrina de honor y depositó sobre ella y ante mis narices sendos tesoros de la sociedad que permanecen por lo general ocultos a la mayoría de los mortales: el “Philosophiæ naturalis. Principia Mathematica”, el libro con que don Isaac dio a conocer la teoría de la gravitación universal, que venía acompañado, a modo de innecesario y lígneo tutor o de pagano lignum crucis, de un trozo del famoso manzano de Newton, culpable de producir un ligero chichón en la privilegiada mente de su meditabundo dueño, con el inesperado resultado de que Neil Armstrong pusiera su pie en la Luna, entre otras maravillas.

El Principia Mathematica de Newton y un fragmento de rama del manzano original
Del libro se ha dicho casi todo, así que me ocupo del manzano, que de casta le viene al galgo y al segundo apellido de mi padre me remito. Según testimonian con irreprochable credibilidad sus dos primeros biógrafos e íntimos amigos, William Stukeley y John Conduitt, érase una vez un día de la primavera de 1665 en el jardín de la residencia familiar de los Newton en Woolsthorpe Manor, el condado de Lincolnshire, en la pérfida Albión del inesperado Brexit, cuando el señor Newton y sus dos amigos salieron jardín a tomar té a la sombra de unos manzanos. En la conversación Newton les dijo que estaban en la misma posición que cuando le vino a la mente por primera vez la noción de la gravitación. La provocó la caída de una manzana, mientras estaba sentado a lo suyo, es decir, reflexionando. Como Newton, no daba puntada sin hilo, pensó para sí: ¿Por qué siempre tiene que caer la manzana perpendicularmente al suelo? ¿Por qué no cae hacia arriba o hacia un lado, y no siempre hacia el centro de la Tierra? La razón tiene que ser que la Tierra la atrae. Debe haber una fuerza de atracción en la materia.

Fragmento original del manzano de Newton. La etiqueta dice: Pedazo del árbol en Woolsthorpe, en el jardín en el cual estaba Sir Isaac Newton cuando cayó la manzana que le sugirió la teoría gravitacional. Traducción de Dr. Manuel Peinado
Según la sobrina de Newton, esposa de su ayudante y biógrafo John Conduitt, el científico inglés le contó una historia parecida a su colega, el filósofo Voltaire, y éste, en el prólogo de la segunda edición de los “Principia Mathematica”, añadió de su cosecha el impacto de la manzana sobre la insigne mollera, es de suponer que con el loable propósito de otorgarle al descubrimiento una fuerza y un sentido similar al del famoso ¡Eureka! de Arquímedes.
El manzano de Newton, o al menos su descendiente genético, recibe anualmente unos 33.000 visitantes en la aldea inglesa de Woolsthorpe Manor. Otros descendientes se encuentran en la Universidad de Oxford y en el Jardín Botánico de Kew. Un fragmento del mismo voló al espacio exterior en 2010, como homenaje a Newton llevado por el astronauta inglés Pier Sellers, quien émulo de otro Sellers, don Peter, bromeó diciendo que, si allí arriba se repitiera la anécdota, la manzana no caería.

Fragmento del manzano que inspiró la teoría gravitacional a Newton. En el recuadro figura el siguiente texto: TROZO DEL MANZANO DEL JARDÍN DE SIR ISAAC NEWTON EN WOOLSTHORPE DONADO POR EL CABALLERO CHARLES WILLIAM WALKER Extracto de la carta del sr. Walker de 19 de enero de 1912 Este pequeño tronco que le envío hoy al Secretario de la Real Sociedad de Astronomía es un trozo de un manzano en Woolsthorpe, la casa de Sir Isaac Newton….. La historia de este fragmento de madera y el modo en que acabó en mis manos es la siguiente: Mi padre, Richard Walker, nació en 1807 en la granja Manor, Bradmore. Nottinghamshire. Cuando tenía 10 o 12 años acudía a la escuela de un clérigo de Stoke, Lincolnshire, llamado Pearson. MI padre me contó que cuando era colegial, una noche tuvo lugar una fuerte tormenta de viento y que al día siguiente llegaron las noticias de que el manzano de Sir Isaac Newton en Woolsthorpe se había desplomado. El maestro, el señor Pearson, y varios muchachos fueron hasta Woolsthorpe, hasta donde estaba la casa de Sir Isaac, no muy lejos de Stoke y justo en la parte de Lincolnshire de Belvoir Castle. Cuando llegaron allí vieron al viejo manzano tirado por los suelos. Durante años el árbol había sido apuntalado y no se habían escatimado esfuerzos para protegerlo. Mi padre decía que el árbol yacía allí porque el viento había vencido todos los tutores que lo apuntalaban. Decía que ignoraba con permiso de quién contaba el señor Pearson, pero que sacó una sierra de algún sitio y cortó varios trozos de las ramas. Mi padre cogió uno de esos trozos y lo había guardado como una reliquia de lo más interesante. Varios amigos y otras personas intentaron repetidas veces que mi padre compartiera el trozo con ellos, pero él siempre se negó porque pienso que lo tenía en el mayor de los aprecios. Mi padre me enseñaba muchas veces ese trozo de madera y me contaba siempre su origen. No puede haber la menor duda de que ha llegado hasta mí tal y como he dicho.
No puedo terminar sin dejar de agradecer a Laura las gestiones para que nos recibieran, a la Royal Astronomical Society de Londres por la amabilidad de permitirme tomar estas fotos y Manuel Peinado por la traducción de las etiquetas originales.
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