La humilde y pringosa jara




Si se ha pringado alguna vez las canillas paseando por cualquiera de las sierras del noroeste de Guadalajara, sin duda ha caminado entre estepas de jara pringosa; y es que esta abundantísima mata coloniza casi todos los terrenos pizarrosos y deforestados que rodean los pueblos negros de nuestra provincia, cuyo paisaje primaveral aparece tapizado de un intenso verde oscuro salpicado de enormes y delicadas flores blancas, fenómeno conocido por los pastores como los días de la “blanca paloma”.

Estepas de jara pringosa en flor
Las comunidades de jara pringosa o jara de ládano, a la que otros gustan llamar estepa (Cistus ladanifer) son las primeras que aparecen tras la destrucción por el hombre de los bosques de encinas (Quercus rotundifolia) y robles melojos (Quercus pyrenaica), algo muy usual en las faldas del Ocejón y sierras limítrofes.
Aunque sea habitual ver revolotear abejas libando las sus flores, la jara es una planta que no produce néctar y las colmenas que se colocan en sus alrededores solo buscan la recolección de su abundantisimo y nutritivo polen. Sobre estos suelos, secos y muy pobres en nutrientes, cada planta asegura su supervivencia produciendo hasta un total de 250.000 semillas anuales. A pesar de tan copiosisima producción, son muy pocas las que germinan.
Curiosamente, el porcentaje de germinación puede incrementarse notablemente si las semillas se someten previamente a un choque térmico. Basta con exponerlas media hora a 100 ºC para que la mayoría despierten de su letargo para transformarse en un nuevo vástago. Puede que esto explique que, aunque la jara arda como la yesca debido a su abundante resina inflamable, sea también la primera planta que aparece en los terrenos incendiados. La resina del ládano tiene la función de proteger a la planta de los rayos ultravioleta y de aislarla contra la pérdida de agua; por eso mismo, la producción de resina se incrementa cuando la planta se encuentra a mayor altitud.
La palabra jara procede del andalusí sậra, que pasó a escribirse xara y luego jara, y hace referencia globalmente a la vegetación de estepas con suelo muy pobre y pedregoso, que es precisamente donde habita y, aunque lo parezca, nada tiene que ver con la etimología de la palabra Guadalajara.
El añadido de jara de ládano lo recibe por la resina pringosa que la envuelve, el ládano, que es lo más curioso de esta planta. El ládano es una sustancia muy apreciada desde hace miles de años. En el antiguo Egipto ya se utilizaba tanto para mantener enhiestas las barbas de los faraones, como para empapar las gasas durante el proceso de momificación. El ládano es una sustancia tan aromática, que pasó a utilizarse como sustituto del preciado ámbar gris secretado por los cachalotes cuando éstos empezaron a desaparecer de los mares esquilmados por la industria ballenera. Actualmente, tanto el exótico ámbar gris como ládano, tan difícil de recolectar, han sido sustituidos por diversos compuestos sintéticos. Su uso hoy en día queda reducido a la alta perfumería como componente aromático y sobre todo como fijador o perdurante. Es decir, es el responsable de que el perfume permanezca más tiempo activo sobre nuestra piel ya que facilita una lenta y prolongada liberación de los aromas.
Pero, ¿cómo se recolecta el ládano?
Dioscórides, hace dos mil años, indicaba ya la curiosa manera de obtenerlo. “Cuando pacen entre las hojas los cabrones (con perdón), las cabras o las ovejas, se queda pegado a sus pelos el licor graso que destilan las estepas. Los pastores las peinan y lo cuelan como se cuela la miel, lo amasan y lo guardan”.

Obleas de ládano antes de su purificación (Fuente: Wikipedia)
Evidentemente, antes de incorporarlo a las fórmulas de los más apreciados perfumes, el ládano era depurado y filtrado para eliminar el olor a choto aportado por el ganado. Aunque hoy en día se siguen usando éste y otros curiosos métodos artesanales de recolección en algunas aldeas, lo usual es recolectar las ramas de las matas de unos dos años, que son las que más resina producen, para después empaquetarlas prensadas para que la industria proceda a su destilación.
A partir de ahora, cuando pruebe en su piel algún perfume exclusivo, recuerde que posiblemente lleve en su composición el ládano de la humilde y pegajosa jara. Compruebe también que el aroma de los frascos marcados como muestra o probador se conserva más tiempo en su piel que el de los frascos de serie que usted compra, y es que en los primeros suele usarse una mayor proporción del cada vez más preciado ládano.

Abeja recolectando polen en una flor de jara de ládano