Fotografía Kirlian







Una llave fotografiada con cámara de Kirlian durante el pasado Posgrado Internacional de Imagen Científica
Cuando en 1939 el matrimonio formado por Semyon Davidovich Kirlian y Valentina Kirlian, experimentaba en el laboratorio del Hospital de Alma-Ata, de la extinta Unión Soviética y el marido recibió un fortísimo calambrazo procedente de la máquina de Rayos-X que manipulaba, no sospechaba aún el eco mediático que aquello iba a suponer en su país y para los amantes del esoterismo.

Semyon y Valentina Kirlian
En efecto, gracias a que el aparato contaba con una altísima tensión de decenas de miles de voltios, pero un bajísimo amperaje, el visionario inventor no quedó frito allí mismo, y aún le quedaron ánimos para descubrir que de su mano emanaba una especie de halo luminoso azulado. Tras llamar a su esposa Valentina y volver a repetir el experimento, comprobaron que aquella especie de luz misteriosa presentaba en la mano de su mujer un distinto color y estructura, como si cada persona tuviese un espiritual y personal aura. Como científicos que eran, enseguida asociaron el delicado estado de salud del anciano Semyon con la apariencia de su aura, cosa que pudieron comprobar luego con algunos voluntarios cercanos.

El «aura» de un champiñón captada con cámara de Kirlian
El matrimonio se volcó en estas investigaciones durante muchos años logrando más de 30 patentes y dando conferencias por la Unión Soviética en las que divulgaba sus potenciales usos médicos y su posibilidad de captar el aura humana. Un tema que por, la posible conexión con la espiritualidad, era algo inconcebible de asumir por el gobierno comunista. Ante este panorama, la URSS declaró como secretas sus investigaciones y así permanecieron ocultas para occidente hasta la década de los 70 en que merced a una serie de filtraciones, Sheila Ostrander logró publicar en EE.UU un libro llamado Descubrimientos psíquicos detrás del Telón de Acero en el que entre otros temas se trataba de este asunto.

Recreación moderna del experimento de la imagen fantama
En occidente su desarrollo fue espectacular y se buscaron aplicaciones tanto artísticas como médicas y aún hoy en día muchos curanderos, homeópatas y charlatanes la emplean con la intención de detectar algunas dolencias. Uno de los experimentos más famosos es el de la obtención de la imagen fantasma de una hoja anunciada por Thelma Moss que resultó ser un fraude imposible de reproducir. El experimento consistía en colocar una hoja de arce sobre la placa-electrodo y obtener su imagen Kirlian para luego repetirla con sólo media hoja cortada. Obtenían así una sorprendente foto en la que aparecía la imagen completa incluyendo el trozo cortado. Se pudo comprobar que si se cambiaba la placa del electrodo, la nueva imagen no recogía el fragmento seccionado, posiblemente porque la ligera humedad depositada en la placa provocaba una conductibilidad que recogía en la imagen fantasma

Aura de un dedo captada con una cámara pseudomédica de Kirlian en el Museo Nacional de Ciencias Naturales
En el Posgrado Internacional en Imagen Científica que organizo cada dos años en la Universidad de Alcalá, solemos emplear una cámara de Kirlian con la que hemos obtenido algunas de las fotos de este artículo. Consiste básicamente en una placa de vidrío con gel transparente conectada a una bobina de Tesla que produce una corriente de alta frecuencia con voltajes cercanos a los 25.000 voltios pero con un bajísimo amperaje para no electrocutarnos. Un electrodo va conectado a la placa sobre la que se colocan los dedos o la muestra y el otro se sujeta al objeto que, en total oscuridad, emite un espectacular halo de color magenta o azulado.
Olvídese de auras y espíritus porque lo que realmente fotografiamos es el efecto corona producido por un intenso campo eléctrico, algo parecido a lo que ocurría con el misterioso fuego de San Telmo que en ocasiones brotaba hacia el cielo desde los mástiles de los antiguos veleros.

Imagen Kirlian de una hoja
Respecto a sus supuestas propiedades para el diagnóstico médico, en mayo de 2006 en un curso de imagen científica que impartí en el madrileño Museo Nacional de Ciencias Naturales, con una cámara de Kirlian específica para pseudomedicina, comprobamos que los cambios de color y forma de la corona eléctrica de un dedo se debían al grado de humedad de la piel. Todo gracias a un peculiar experimento en el que un alumno se tomó voluntariamente un litro de cerveza durante las pruebas. La sudoración causada por el calor y el nerviosismo mientras le filmábamos fue la causante de los cambios de su espiritual y espirituoso aura.
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