Flor de la pasión






Hay flores cuya perfección y complejidad es tal que más que bellas resultan sorprendentes. La flor de la pasión es un claro ejemplo de ello. Pétalos, sépalos, anteras, pistilos y hasta su polen son extraordinarios. A partir de unas imágenes que tuve que obtener de esta planta a diversas escalas para un microscopio virtual, desde su tamaño natural hasta los ocho mil aumentos, voy a mostrarles hoy algunas de sus peculiaridades.
La flor de la pasión, pasionaria, chinola o, en guaraní, maracuyá o burucuyá (Passiflora sp.), es un género de plantas tropicales que comprende unas quinientas especies, casi todas oriundas de América. La variedad que más se comercializa en los países de origen es de pulpa amarilla (P. edulis variedad flavicarpa) pero, por su superior atractivo visual, suele exportarse la P. edulis variedad edulis, de color rojo, naranja intenso o púrpura. Se trata de una enredadera leñosa que trepa hasta los 15-20 m de altura si medra en un buen clima y encuentra un soporte al que sujetarse, ya que esta planta presenta unos zarcillos grandes y realmente bellos.

Zarcillos de Passiflora edulis
Su nombre científico (Passiflora) significa flor de la Pasión y hace referencia a la multitud de detalles que hay en su flor que recuerdan los utensilios de la crucifixión de Cristo, cosa que, como no podía ser menos, salió de la cabeza de del grupo de jesuitas que la describió por primera vez en las Américas en 1610. En algunas partes de la flor el parecido es asombroso y en otras hace falta una buena dosis de mirífica imaginación para ver algo. Veamos…
Los tres clavos de Cristo: uno para cada mano y el tercero para ambos pies, coinciden en forma, color y número con los estigmas de la flor y su base está sujeta a un receptáculo que se supone que recuerda al cáliz de la última cena. Las cinco anteras se abren longitudinalmente como las cinco heridas de Nuestro Señor. La corola, con sus extraños y afilados pétalos, representaría la corona de espinas; tomando el rábano por las hojas, en los diez pétalos los seguidores del de Loyola quisieron ver a otros tantos apóstoles y la contabilidad no falla si de la docena de origen se descuentan al traidor Judas Iscariote y a Pedro, que negó a su maestro, ambos suspendidos de empleo para que les cuadraran las cuentas. Y puestos a desvariar un poco más, las hojas tienen la misma forma que las lanzas que atravesaron el costado de Cristo, mientras que los zarcillos serían los látigos con que azotaron al nazareno. Por la forma de los frutos, mejor hablaremos de ellos botánicamente.

Fruto de maracuyá o fruto de la pasión. Aún hay quien lo toma pensando en pasiones amorosas..
El fruto es una baya aovada (4-10 cm de diámetro), fibrosa y jugosa, recubierta de una cáscara gruesa, cérea e incomestible. La pulpa contiene una matriz mucilaginosa comestible de sabor agridulce, en la que se encuentran en suspensión numerosas semillas con testa gruesa resistentes a los ácidos. Como este fruto constituye el alimento de muchos mamíferos y aves, podemos suponer que sus semillas se dispersan por vía digestiva. El fruto es muy rico en vitaminas A y C, tanto ingerido directamente como en zumo, las flores y la infusión de hojas tienen un efecto relajante, que puede utilizarse como sedante ligero o como calmante para dolores musculares o cefaleas. En dosis normales —una taza o dos de infusión al día— ayuda a conciliar el sueño y puede tener además efectos antiespasmódicos; está recomendada también en caso de espasmos bronquiales o intestinales de origen nervioso, así como para los dolores menstruales.

La flor de la pasión es tan bella y fácil de cultivar, que se han creado casi un centenar de variedades ornamentales.
En Colombia, que están a la que salta, atribuyen a la pulpa propiedades afrodisíacas y se ha comprobado, además, que la flor de algunas especies, tiene también efectos alucinógenos.
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