El arrancamoños y el Velcro



El arrancamoños y el Velcro
¿Qué el coser es una lata? ¿Qué no hay quien se abroche los botones del abrigo con guantes? ¿Qué me pillo los pelos con la cremallera? Todas estas cosas iba pensando una fría tarde de invierno el ingeniero suizo George de Mestral mientras paseaba con su perro por los Alpes. Tras perderlo de vista un buen rato, el animal reapareció trotando con sus largos pelos cubiertos de una especie de pelotillas. Observándolas con atención, se dio cuenta de que eran los frutos de la bardana espinosa o arrancamoños (Xanthium spinosum), una especie de planta herbácea perteneciente a la familia de las asteráceas cuyos frutos están revestidos de unas espinas ganchudas, que, después de una plácida excursión campestre, muchos de ustedes habrán llevado a casa enganchadas en los calcetines.

Xanthium spinosum
Como otras muchas especies, que los botánicos llaman zoócoras (dispersadas por los animales), la evolución dotó a la bardana de este curioso mecanismo de dispersión de sus frutos portadores de una solitaria semilla. Con sus minúsculos ganchos, la bardana se vale de cualquier animal de pelo largo para que haga de involuntario transportista y lleve de un lado a otro sus semillas.

Súper macro de un Velcro clásico
Hombre observador, curioso y práctico, el ingeniero de Mestral, que a estas alturas se estaba ya preguntando cómo demonios lograban sujetarse tan fuerte al pelo de su mascota, se puso manos a la obra y examinó el fruto con una lupa que siempre llevaba encima. Si le servía a la planta, se dijo, quizás pudiera tener también alguna utilidad para el hombre. Al volver a quitarse los guantes para abrocharse los botones de su zamarra, cayó en la cuenta de que con un poco de maña aquel mecanismo natural podría servir a modo de cierre para sustituir ventajosamente a cremalleras y botones, tan útiles como engorrosos de manipular en campo abierto cuando el frío hacía obligado el empleo de guantes.

Súpermacro de uno de los nuevos Velcros en forma de cola de ballena desarrollados por 3M
Un par de vueltas más y ¡voilá! De Mestral parió el mecanismo de apertura y cierre rápido que patentó como Velcro (nombre compuesto de las palabras francesas velours («terciopelo») y crochet («gancho»), artificio compuesto de dos cintas una de las cuales posee unas pequeñas púas flexibles y ganchudas (émulas del fruto de la bardana) que por simple presión se enganchan a la otra cinta cubierta de fibras enmarañadas que forman bucles y que, como el pelo de los mamíferos (o de nuestros calcetines), permiten un agarre tan firme que en las modernas versiones industriales en cola de pez son capaces de sujetar varios kilos de peso. Menos, kilos, claro está, que los millones de francos, que nuestro amigo ganó con un invento tan práctico como sencillo.
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