Cascadas de Guadalajara II. Las cascadas del Aljibe



Las cascadas del Aljibe, hasta hace unos años poco conocidas por los Guadalajareños, figuran entre los veinte más bellos saltos de agua de España. Aunque la ruta puede hacerse más rápido desde las eras de Campillejo, la fuerte pendiente que hay en el último tramo y el mal estado de la pista, aconsejan hacerla mejor desde las eras de Roblelacasa, uno de las aldeas de arquitectura negra más bonitas y menos conocidas de Guadalajara.
Sobre este pueblo y su entorno escribimos hace dos semanas, al hablar de la cascada del Cañamar. Podéis releer en mi propia web: https://www.luismonje.com/la-cascada-del-canamar/
El recorrido, que no reviste ninguna dificultad, supone un paseo de unos 7 kilómetros entre ida y vuelta con un desnivel cercano a los 100 metros. Os adjuntamos un mapa del camino con los puntos más interesantes del mismo. Desde el punto 1, empleando un teleobjetivo, puede captarse la más bella vista de Campillo de ranas, cuyo caserío aflora en otoño entre un mar ocre de melojos que en invierno parecen festonear la falda nevada del Ocejón. El punto 2, es delicioso recorrido por las negras y encantadoras calles de Roblelacasa, una aldea con más gatos que habitantes.
El sendero parte de las amplia y verdes eras de Campillo, en donde os aconsejamos dejar el coche, bordea por la izquierda unas viejas encinas y desciende ya todo el tiempo en dirección sur entre jaras, brezos, tomillos y cantuesos, enraizados en un bravo paraje de lajas de pizarras dispuestas casi siempre de forma vertical. Al final del camino, la pista traza dos curvas muy cerradas desde las que se admira ya el oscuro puente de Matallana, y algunas de las construcciones negras de ese olvidado pueblo perdido hoy en un mar de encinas. Si lo desea, cruce el puente y acérquese a fotografiar su derruida iglesia.
Aunque el estrecho sendero que lleva a la cascada parte en un recodo de la penúltima curva, os aconsejamos descender un poco más hasta ese puente (punto 3), que salva el Jarama en un paisaje impresionante, especialmente si se fotografía desde su base, a nivel del río. El puente, que fue reconstruido hace un quinquenio, es uno de los más bonitos ejemplares de arquitectura negra rural y conserva un metro por debajo, a modo de reliquia, lo que fue el puente original. Hace 7 años, solo quedaban dos troncos con algunas lastras de laja aisladas y recuerdo, que la última vez que intenté atravesarlo, fui incapaz de como crujían los troncos y el vértigo que me daba observar, muy abajo y entre mis piernas, el burbujeante Jarama.
Volviendo hacía atrás 200m, tomamos la estrecha senda que parte a las cascadas. Si nota que se bifurca, tome siempre el ramal más alto hasta llegar paisaje de roca pelada en el que el arroyo del Soto, que alimenta las cascadas, vierte sus aguas en el Jarama. Cruce el arroyo lo más cerca posible de la desembocadura, porque aguas arriba se encajona y aumenta su anchura y profundidad. Por el margen izquierdo ascienda hacia el este un repecho rocoso de unos 50 metros hasta descubrir esos bellísimos saltos de agua (punto 4). La vuelta hágala invirtiendo el recorrido.
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