APOSEMATISMO Y TOXICIDAD







Hace unos días les hablábamos sobre cómo se camuflaban las mariposas para pasar desapercibidas a los depredadores. Hay otras mariposas y otros muchos animales que adoptan la estrategia opuesta, es decir, intentan ser muy visibles para recordarles su toxicidad. Esta estrategia de alarde visual se denomina aposematismo.

Un macho de la mariposa monarca (Danaus plexippus) fotografiada a 3.270msnm en su santuario de Zitacuaro (México) en julio de 2010
La famosa mariposa monarca (Danaus plexippus) es un claro ejemplo de esta estrategia. El insecto no es tóxico cuando nace, pero durante su largo viaje, del que hablaremos en otra ocasión, se alimenta del algodoncillo, un grupo de plantas del género Asclepias que poseen algunos glucósidos cardiacos muy tóxicos para otros animales, pero que dejan a la monarca como si tal cosa. Estos compuestos se almacenan en sus escamas y convierten al vistoso lepidóptero en un bocado letal para los incautos depredadores que no conozcan la abigarrada artimaña.

Un ejemplar de Asclepia erosa en el Valle de la Muerte (California) julio de 2017

Oruga de mariposa monarca (Danaus plexippus) sobre Asclepia erosa
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Casualmente, este verano tuve ocasión de fotografiar algunas orugas de monarca devorando una planta de Asclepia erosa en un cañón cercano el Valle de la Muerte, en California.
Como la planta es algo escasa en México, que es donde hiberna nuestra voladora protagonista, con el tiempo va perdiendo sus propiedades tóxicas y algunos pájaros, como la calandria, han aprendido a comerse solo los músculos del tórax que, además de ser las partes más nutritivas, son las primeras que pierden la toxicidad.

Ranita venenosa negro-amarilla (Dendrobates leucomelas)
La viva coloración de aviso de los animales que presentan aposematismo es muy importante, porque de nada vale ser venenoso si pasas desapercibido o te confunden con otro, así que hay que hacerse notar y mucho. Uno de los animales más venenosos del mundo, las bellísimas ranitas amarillas y naranjas del género Phyllobates, especialmente P. terribilis, tienen tal toxicidad en su piel, que con su cocción se obtiene el curare con que los indios amazónicos impregnan sus ponzoñosas flechas. Un simple rasguño con ellas puede ser mortal.

Mariquita (Coccinella septempunctata)
En general, la evolución –esa sabia amiga- ha hecho que los animales que viven de zamparse a otros hayan incorporado a su instinto el miedo a los animales con colores naranjas, rojizos y amarillos. Algunos insectos, como las mariquitas (Coccinella septempunctata) que, dicho sea de paso, son unos terribles depredadores de pulgones a pesar de su benevolente aspecto, sin ser tóxicos son, según dicen los que han sido lo suficientemente atrevidos como para catarlas, sumamente amargos o tienen un sabor tan desagradable que cualquier animal que las haya probado alguna vez no volverá a intentarlo.
La araña viuda negra americana (Latrodectus mactans), con su oscuro abdomen salpicado de lunares rojos, las avispas, las mofetas, las multicolores serpientes coral y otros muchos animales, usan el aposematismo para defenderse y algunos moluscos de los mares tropicales son tan virtuosos en esta tarea, que se convierten en verdaderas obras de arte.

Molusco del género Chromodris
Pero como donde las dan las toman y siempre que alguien tiene grandes ideas surge un aprovechado, con el aposematismo ocurre lo mismo, pero en vez de calificarlo despectivamente como gorronería, lo biólogos les llamamos mimetismo, que es la habilidad que presentan algunos animales para parecerse a otros. El mimetismo puede ser de dos tipos.
El mimetismo mülleriano, que ocurre cuando varias especies muy distintas, pero que tienen una misma característica (por ejemplo, el veneno) adoptan el mismo aspecto llamativo. Esto es una gran ventaja porque, sin tener que pagar patentes, royalties y otros diezmos, se aprovechan del aprendizaje y temor que tiene el depredador a la especie que ha logrado inicialmente esa apariencia. Muchas ranitas venenosas tropicales entran en este grupo.
El mimetismo batesiano se da cuando animales inofensivos adoptan la apariencia de uno peligroso. Son los casos de la falsa coral (Lampropeltis triangulum), una inocua culebra que copia los colores de las peligrosísimas corales, o de algunas moscas de la familia Bombyliidae que adoptan unos colores tan similares a los de la avispa común que, al verlas, el personal medianamente sensato pone pies en polvorosa.

Avispa común (Vespa cabro) con sus colores aposemáticos de aviso
En las plantas, el fenómeno de colorearse para alardear de venenosa o viceversa es prácticamente desconocido. Cuando una planta adopta colores llamativos es casi siempre para atraer a los polinizadores, aunque recientes estudios muestran que algunas flores compuestas, similares a las margaritas, dotadas de colores solo visibles con luz ultravioleta, tienen algunos colorantes tóxicos para los insectos. Esto en sí es sumamente interesante y un avance evolutivo extraordinario, pues sintetizando un solo compuesto puede usar su color para atraer a los insectos polinizadores, al mismo tiempo que los matan si osan tomar de ella algo más que el preciado néctar.
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